El cáncer, una batalla que no siempre se pierde

Cuando un menor o adolescente es diagnosticado con cáncer, tanto él como sus familiares son introducidos a un mundo extraño, complejo y con frecuencia atemorizante, pues se relaciona, casi de manera inmediata, con la muerte. No siempre es así.

Podemos definir, de manera general, que el cáncer infantil son tumoraciones o enfermedades que se caracterizan por el desarrollo de células anormales, que se dividen, crecen y se esparcen en cualquier parte del cuerpo.

Es sumamente  importante tomar acción cuando se detecta cualquier signo o síntoma diferente de lo normal.

Los posibles síntomas relacionados con el cáncer infantil pueden ser : fiebre, pérdida de peso y apetito, palidez, fatiga, sangrado o moretones de fácil aparición, persistentes e inexplicables. Bultos en el abdomen, pelvis, cuello y cabeza; extremidades, testículos, ganglios. Sudoración nocturna, o excesiva. Dolor de huesos y articulaciones.

El cáncer infantil comprende numerosos tipos de tumores diferentes que se desarrollan en este grupo de población. A continuación describiremos de manera general los tipos  más comunes:

Leucemia: Se manifiesta por un aumento del número de glóbulos blancos en la sangre y por la presencia de células anormales que provocan una alteración de la médula ósea, bazo y ganglios, principalmente.

Tumores cerebrales: afectan al sistema nervioso.

El linfoma: tumor maligno de los ganglios linfáticos.

Neuroblastoma: cáncer que se origina a partir de células nerviosas inmaduras que se encuentran en varias partes del cuerpo.

Tumor de Wilms: tumor que afecta a uno o ambos riñones.

Afortunadamente, en los últimos años se han registrado avances muy importantes en el tratamiento del cáncer infantil. Un ejemplo es la leucemia aguda, una enfermedad que hasta hace 30 años era considerada inevitablemente fatal. En la actualidad, siendo el tipo de cáncer más frecuente en la infancia, tiene una sobrevida a 5 años superior al 70%, lo que implica que la mayoría de los pacientes pueden curarse definitivamente.

También se han logrado progresos similares en el tratamiento de los tumores sólidos, desde que se utilizan de forma combinada métodos de radioterapia, cirugía y quimioterapia,  que han incrementado de forma significativa la supervivencia a largo plazo en los tumores infantiles.

En resumen, aunque el cáncer pediátrico no es prevenible, lo más importante

es la detección temprana y dar seguimiento al tratamiento de manera puntual para aumentar las posibilidades de recuperación.

 

Fuentes.

Secretaría de Salud. Instituto de Salud Pública.

Organización mundial de la Salud. Cáncer en la Niñez y Adolescencia.

Organización Panamericana de la Salud.

St. Jude Children´s  Research Hospital.

American Cancer Society.

 

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